McAire 2029: mis recuerdos del rey carmesí
Siempre soñé con poseer un McIntosh. Fue la marca que me enganchó con el audio de alto desempeño. Mi primer equipo fue el McAire. En aquel entonces estaba enamorado de mi MacBook Air y de mi iPhone 6.
Mi abuelo tenía un par de amplificadores MC75´s en su casa y con ellas alimentaba a unas poderosas cajas Bowers & Wilkins800 Diamond.
Me fascinaba poner el disco compacto Grace for Drowning de Steven Wilson, sin embargo mi abuelo pronto aparecía en la gran sala de audición para deslizar en la charola “la música celestial” como él la llamaba, entonces se escuchaban las punzantes melodías del In the Court of Crimson King. “El progresivo es el pináculo del rock” decía y entonces empezaba la sesión que me dejaba embobado. Por el lector de discos –también McIntosh- pasaba Emerson, Lake and Palmer, Rush, Yes, Gentle Giant y Focus, por nombrar grupos famosos, ya que Don Pancho también era un asiduo de bandas de culto que sólo las conocían unos cuantos. Al menos de eso se jactaba.
El abuelo era un rockero consumado. Aunque había que decir que su segunda esposa lo había domesticado. Mi abuela –su primera mujer- había muerto en plena celebración del año 2000. Un año después Don Pancho ya tenía nuevo nido de amor. Tenía cascos ligeros.
A mi me avergonzaba un poco cuando Don Pancho venía a mi casa. Mi sistema Marantz no se comparaba en lo absoluto con la fuerza, el escenario, el poderío y la calidez de sus McIntosh. Pero el abuelo no hacía dramas. Muy al contrario llegaba a tomarse una cerveza conmigo mientras mis padres no estaban. Yo tenía apenas 17 años. Siempre me dejaba un disco en la mesita. Y eso que ya casi no había discos compactos. “Soy un viejo y no entiendo y no quiero comprender eso de la música virtual, de la nube y el streaming. Apenas puedo aceptar los CD´s, tú sabes que soy de la época de los viniles”.
Sólo tomaba cerveza conmigo. Él era un caballero del whisky.
Don Pancho de pronto se emocionaba con mi colección de canciones en iTunes y ponía cara de asombro cuando el Spotify disparaba la canción exacta que él quería escuchar en ese momento. Era algo excitante también para mi. De alguna manera tenía algo que compartir con el abuelo. Éramos melómanos absolutos. Él analógico, yo digital. Además él viejo no tenía problemas de dinero y disfrutaba de su jugosa pensión como exempleado de gobierno.
Cuando cumplí 18 años, el abuelo me dio el regalo más valioso de mi vida. Llego a mi casa y refunfuñó: “mueve tu equipo de audio, es hora de dar el paso”. Me temblaban las rodillas cuando tuve que cargar la caja de casi 15 kg. “Es tu primer Mac” me dijo y me dio un gran abrazo. Lo desempacamos como niños en día de reyes. Era el McAire.
Hermoso, compacto, robusto. Moderno pero con todo el aire vintage de la marca. Con Airplay me permitía conectar mi Mac, mi iPhone y cualquier iPad. Tiene docking USB que en realidad sirve para cargar dispositivos móviles. Conexión a internet vía WiFi y Ethernet. Dos pequeñas bocinas de 3 vías completaban el regalo. En la entrada auxiliar conecté mi lector Marantz DV7001 de años atrás. Lo manejaba desde la app para iPhone.
Cuando lo encendimos, yo rompí en llanto. Mi abuelo tomo mi mano fuerte y me miró a los ojos. “Hijo, la música es lo mejor que puede pasarle al hombre”. Brindamos con cerveza barata. El primer disco tenía que haber sido In the Court of Crimson King.
Esta historia sucedió en 2003. Hoy tengo 44 años. Mi abuelo recién murió el año pasado en 2029 a la edad de 79 años. Me heredó su colección de más de 3000 viniles y 2000 discos compactos. También me dejo los Macs y las Bowers & Wilkins. El día de su muerte lloré hasta que mis ojos se secaron.
“Las cadenas oxidadas de las lunas prisioneras están destrozadas por el Sol. Recorro un camino, los horizontes cambian. Los festejos han empezado. El flautista de púrpura toca su melodía, el coro canta suavemente; tres canciones de cuna en una antigua lengua, para el cortejo del rey Carmesí”… Una y otra vez escuché en loop la canción que nos conectaba. Ahora me doy cuenta que el verdadero rey carmesí siempre lo tuve al lado y que durante años me fue preparando para su cortejo.
El McAire sigue funcionando de lo lindo como aquel día de febrero que se instaló en mi sala. Me he cambiado de ciudad y de casa; estoy casado y tengo una niña de 4 años. Hoy ya no existen las MacBook Air, ni los iPhone, ni los iPad, pero lo puedo escuchar por su conexión a Ethernet y WiFi, y porque en la entrada auxiliar sigue aceptando viejas fuentes analógicas. Es un viejo rocanrolero, robusto y elegante como mi abuelo. El siempre bien ponderado rey carmesí.
McIntosh es una marca de Distribuidora TECSO. www.tecso.com.mx Tel. 01800-GO-TECSO
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