Hagamos de cuenta que eres de los pocos fans del Hi-Fi que quedan. Supongamos que te interesa la calidad del audio. Imaginemos que le das la misma importancia a la emoción de la música que a la fidelidad del sonido.

En algún momento de tu vida como entusiasta de la tecnología te enfrentarás al dilema al escoger un equipo de sonido para tu casa. Y como hemos supuesto que tu pasión es grande, confiemos en que estás más allá de las bocinas compactas Bluetooth.

¿Por dónde empezar? La afición a la alta fidelidad no es barata y los errores cuestan, así que aquí te presentamos una guía básica para no decepcionarte ante la compra de un amplificador.

1. Compra primero las bocinas que te gusten y por las que más puedas pagar. Convéncete del sonido y de la estética de las cajas acústicas que te parezcan las mejores a tu oído y presupuesto. Lee reseñas pero no confíes a ciegas en ellas. Nuestro sentido del es selectivo y subjetivo, así que lo “mejor para mi” no es lo “mejor para ti”. Ten en cuenta la música que a ti te gusta y escúchalas (si puedes, porque cada día es más difícil acceder a una tienda o showroom) al volumen que a ti te convence. Utiliza discos compactos o una memoria SD card o USB con archivos AIFF o WAV (sin compresión). Las bocinas grandes producen mayor respuesta en graves (es cosa de la física en cuanto a comportamiento de ), pero es preciso colocarlas en una sala amplia. Si tu espacio es limitado mejor apuesta por monitores de estantería y en una segunda ocasión por uno o dos subwoofers activos.

2. Recuerda que en cuanto a bocinas, es importante considerar su impedancia (medida en ohms) y su eficiencia (sensibilidad medida en dB´s generados por watt aplicado a una distancia de 1 metro).

3. Es muy relativo hablar de “mejor y peor” amplificador. Pero el comportamiento dinámico de una etapa de potencia hará que una bocina tenga un desempeño mediocre, decente o sobresaliente. Busca una marca reputada y conocida y con servicio técnico en México; deja pasar esas tentadoras ofertas de amplificadores desconocidos en e-bay o amazon. Otra buena idea es hacerte de un amplificador usado, la mayoría de las veces tienen precios insospechadamente bajos, sólo revisa las condiciones del equipo, en estos casos es mejor hacer tratos solo con amigos y conocidos.

4. Hablando de amplificadores de estado sólido (cuya etapa de potencia está basada en transistores o circuitos integrados), un amplificador de mayor potencia ofrece mayores ventajas: es más difícil llevarlo a sus límites donde se produce “recorte de señal” (conocido como clipping) y donde la distorsión es más audible. Los amplificadores “más pequeños” producen distorsión más rápido (a volúmenes altos producen gran cantidad de distorsión que “quema” los drivers).

5. En cuanto a especificaciones, lo normal es que anoten potencia en watts. Los fabricantes serios declaran la potencia “en dos canales con una respuesta de frecuencia de 20 Hz a 20 Khz y con una distorsión de 0.1% cuando se conectan a una carga (bocina) de 8 ohms (o 4 ohms)”. Muchas marcas solo anotan potencias pico (PMPO, algo así como pico instantáneo de potencia, lo cual resulta absurdo) y otras más solo señalan potencia a una frecuencia fija y con alta distorsión (así el valor se eleva considerablemente). Como las especificaciones no están estandarizadas puedes encontrar amplificadores de 30 watts de suprema calidad que no sólo se oyen con mejor calidad sino que generan mayor potencia y en consecuencia las bocinas entregan mayor nivel de presión sonora (volumen) que un amplificador de 120 watts de medio nivel. Así que no es algo que se tenga que tomar a rajatabla.

6. Probablemente sea más importante que los amplificadores especifiquen la impedancia mínima a la que pueden operar sin problemas. En sistemas residenciales, las bocinas ofrecen una impedancia (resistencia dinámica) nominal de 8, 6 o 4 ohms. Pero la impedancia no es valor estático y hay cajas acústicas que pueden “bajar” peligrosamente a 3 o 2 ohms en la zona de graves. Juren que un amplificador mediocre, simplemente fenecerá.

7. Muchos aficionados le dan demasiada importancia a la topología de operación, también llamada “clase”. Muchos amplificadores a bulbos y algunos pocos de transistores operan en clase A, lo que significa que sus circuitos están trabajando todo el tiempo sin parar, eso los hace muy poco eficientes (consumen muchísima energía) y se calientan como planchas; a su favor, entregan un sonido cálido, detallado, preciso. Luego hay amplificadores que operan en clase B, clase AB, clase D, clase G, clase H y un montón de topologías propietarias de las marcas. Un buen amplificador clase D de nivel High End puede sonar exquisito (y costar una fortuna).

8. Los amplificadores basados en bulbos (o válvulas al vacío) merecen un artículo extenso. Por ahora sólo diremos que pueden ofrecer un sonido extraordinario, cálido y con un amplio escenario sonoro (soundstage), claro, dependiendo de la marca del producto y de su adecuada implementación. Suelen ser de muy baja potencia (entre 5 y 50 watts, la mayoría), por lo que requieren conectarse a bocinas muy eficientes (con alta sensibilidad, superior a 94 dB´s @1w 1m). Son extremadamente delicados, por lo que son recomendados para aficionados realmente cuidadosos, además requieren mantenimiento constante. Prohibidos para hogares con niños pequeños, pues son causantes de escandalosas quemaduras al tocar un bulbo o un transformador.

9. Cada amplificador tiene un carácter sonoro, una respuesta dinámica y otras características como timbre, textura y resolución. Estos conceptos pueden resultar complicados de explicar, pero cuando escuchas dos o tres amplificadores en la misma sala y conectados (uno a la vez) a las mismas bocinas podrás comprobar con autoridad, cuál te gusta más y por qué.

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